A siete años de la partida de Roa Bastos

Eran las 14:20 de un martes cuando el médico sentenció lo peor: Augusto Roa Bastos había muerto, luego de una prolífica carrera que se extendió más allá de una “isla rodeada de tierra”.
Exiliado, Roa Bastos camina hacia el puesto fronterizo de Clorinda el 1 de mayo de 1982. / Archivo ABC Color
El laureado escritor falleció a sus 85 años de edad el 26 de abril del 2005, en el sanatorio Santa Clara.
El médico diagnosticó como causa “muerte súbita”, debido a un problema cardíaco.
Roa Bastos ingresó al hospital el viernes 22 de abril luego de sufrir una caída en su domicilio, accidente que le produjo un hematoma, por lo que debió ser llevado a cirugía de urgencia.
Cuatro días después, entre sollozos un médico informaba que su corazón no soportó, pese a los esfuerzos de reanimarlo.
Roa Bastos dejó un importante legado en la literatura paraguaya, a la que posicionó a nivel internacional con obras como Madama Sui, Vigilia del Almirante, Memorias de la Guerra del Paraguay y Yo el Supremo.
Su prestigio alcanzó la cumbre cuando en 1989 recibió el premio Cervantes de manos del Rey de España. El galardón incluyó una suma de casi US$ 90.000, que decidió donarlos para impulsar la literatura paraguaya.
“La literatura es capaz de ganar batallas contra la adversidad sin más armas que la letra y el espíritu, sin más poder que la imaginación y el lenguaje”, pregonaba Roa Bastos durante su discurso en la Universidad de Alcalá de Henares.
Con sus obras, el escritor fue uno de los férreos opositores al régimen de Alfredo Stroessner, actitud que le valió el exilio a Argentina y Francia.
En 1989, retornó al país que lo vio nacer un el 13 de junio de 1917 y crecer en medio de una realidad social que lo conmovió y motivó varias de sus obras sobre la injusticia y la desdicha de los oprimidos.
En su faceta de periodista, cuyo día igualmente se recuerda este jueves, en 1942 empezó a trabajar para el diario El País, donde incluso llegó a secretario de redacción.
Luego, durante su exilio, Roa escribió las cartas al pueblo paraguayo, y a su retorno, colaboró con artículos con el diario Última Hora.
Durante sus últimos años ofreció charlas a periodistas y talleres a jóvenes de la capital y el interior del país.
Su muerte generó conmoción en el mundo literario nacional e internacional. Miles de personas lo despidieron cuando su féretro recorrió por la avenida Mariscal López hasta llegar a La Recoleta, donde sus restos descansan actualmente.
Fuente ABC Color 28/4/12

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