GLADYS CARMAGNOLA



Nació en Guarambaré, Paraguay, en 1939. Obras para niños: Ojitos negros, poemas de amor dedicados a un niño, 1995; Navidad, 1966; Piolín, 1979; Lunas de harina (Relatos de Cualquierparte), 1999; Paseo al zoológico, 2003. Para adultos, publicó los poemarios: Lazo esencial, 1982; A la intemperie, 1984; Igual que en las capueras, 1989;  Depositaria infiel, 1992; Un sorbo de agua fresca, 1995; Territorio esmeralda,1997; Un verdadero hogar (1960-67), 1998; Banderas y señales, 1999; Río Blanco y antiguo, 2002; Una rosa de hierro, 2005; Poema de la celebración, 2005. Es cofundadora de la Sociedad de Escritores del Paraguay y de Escritoras Paraguayas Asociadas; miembro del PEN Club, y otras asociaciones culturales. Creó  las  colecciones: Piolín, 1979, de literatura para niños, y del Corcel, 1982, para adultosHa desarrollado clases, seminarios y talleres.  Y ha recibido premios nacionales y extranjeros por sus obras, y homenajes y distinciones por su actividad..  Algunos de ellos: Premio José María Heredia de la Asociación de Críticos y Comentaristas de Arte de Miami, EE.UU de Norteamérica, 1985;  Fiambrera de Plata del Ateneo de Cultura Popular de Córdoba, España, 1989; Premio Único de Poesía del Instituto Cultural Paraguayo Alemán, 1992;  Mención de honor del Premio Nacional de Literatura, 1995;  Premio dEL Lector de Poesía, 1995; Premio Municipal de Literatura, 1996; Premio Roque Gaona 2011 entre otros. Varios Reconocimientos: de las Municipalidades de Asunción, Luque, Guarambaré, Ypacaraí; del Ateneo Paraguayo y el Museo Nacional de Bellas Artes,  2004, del Club de Leones, y otras numerosas instituciones de todos los niveles.  De ella ha escrito Hugo Rodríguez-Alcala, Premio Nacional de Literatura, docente, intelectual y crítico de relevantes méritos:  He aquí una poetisa que tiene oficio y lo utiliza, que sabe escribir versos, que tiene algo propio que decir y lo dice con voz propia   También la ha llamado "Embajadora del viento y de la lluvia...".


ESPERA
Viene la Cruz del Sur a nuestra cita
cada noche, invariable.
¿En dónde estás? ¿Qué órbita navegas
que no te han visto por ninguna parte?
¿Cuál es tu ruta? ¿La velocidad
se mide en años luz, o eso era antes?
Hace ya tanto tiempo
practico la costumbre de esperarte.
Mientras, la Cruz del Sur
simula acompañarme.
(¡Quién sabe dónde está
cumpliendo su misión infatigable!)
Cada vez que la miro
siento aquí, en el torrente de mi sangre,
como una invalidez
irremediable.
No llegues, por favor,
demasiado tarde.

CUESTIÓN DE GEOGRAFÍA
Lo repetía mi hermano:
El amor es cuestión de mera y simple geografía.
Y debo reconocer que estas palabras
en apariencia ridículas
son
la verdad más legítima.
El ser humano que somos,
gesticula, sueña, grita,
y depende de los pasos
más, o menos, que camina:
de una muralla, un portón,
un arroyo, una colina.
Nuestro mundo, aunque parezca quietecito,
gira y gira.
El hombre de ciencia busca;
a los abismos del cosmos se apeligra;
se acoda sobre el brocal del mundo
y allí investiga.
Lo que ignora, se lo calla;
y lo demás, lo publica.
Se extasía ante la imponente
majestuosa maravilla
que ama porque la conoce,
y más, porque la imagina.
¿Y a amar sólo cuanto ponen a tu vista
sin protestar te resignas?
Pues, se diría que no
a juzgar por la frecuencia
con que tornas y retornas
y escarbas y recuperas tu voz de la hojarasca a la poesía
-dar y darse, y recibir amor:
Sí. Claro:
como decía mi hermano:
cuestión de mera y simple geografía-.

CONFESIÓN
Sí.
Yo llamé a tu puerta día tras día
y mendigué cuanto pudieras darme
-como una pordiosera-.
¿Por qué hablo en pasado?
Todavía
tiendo mi mano a ti cuando la tarde
disimula mi angustia y mi vergüenza.
Te amo más que nunca
y tu avaricia me duele siempre igual;
pero dejarte,
yo,
Poesía,
¿dejarte?
¡Muerta!

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